El proyecto "ARPA"
No se trata de un arpa. El High
Frequency Active Auroral Research Program (HAARP), que algunos físicos
denominan "Arpa del Diablo", está provocando la alarma entre los científicos.
Es un conjunto de aparatos y técnicas que modifican el clima de la Tierra.
¿Será el HAARP la causa principal de los desastres naturales y de los extraños
cambios atmosféricos sufridos en distintas zonas del planeta durante los
últimos años?
La
expresión "Arpa del Diablo" es un juego de palabras de los físicos Jeanne
Manning y Nick Begich para destacar el peligro del programa HAARP
-Harp significa arpa en inglés-, del que apenas se tienen noticias fuera
de Estados Unidos, pero que allí, a pesar de las tranquilizadoras informaciones
oficiales, ha despertado inquietud en muchos científicos responsables. Estamos
asistiendo a una serie de anómalos y preocupantes cambios climáticos, como
fuertes calores cuando todavía no es tiempo, sorprendentes fríos en pleno
verano, imprevistas nevadas que obligan a neutralizar un Tour en época estival,
etcétera.
Hay
un convencimiento general de que el tiempo está cambiando o, como mínimo, de
que presenta acusadas irregularidades. Evidentemente, la naturaleza muestra
estos ciclos ya comprobados por las épocas glaciares, pero no pocos expertos y
científicos piensan que algunas de esas anomalías obedecen a manipulaciones
humanas, ya como simples experiencias para una acción futura más amplia o, como
se sospecha, con objetivos estratégicos o económicos.
Sistemas paracientíficos
Desde
la más remota antigüedad, el hombre ha intentado manipular el clima por medio
de hechiceros y chamanes hacedores de lluvia, rogativas, etcétera, cuya
efectividad no es posible negar, pero que, en cualquier caso, se limitarían a
alteraciones locales de alcance muy limitado e integradas en el equilibrio
natural. Trasladándonos a nuestro siglo, aparte del discutible sistema de
siembra de nubes y dentro de un contexto más científico, aunque en este caso
rozará lo mágico, en la primera mitad de los años cincuenta, Wilhem Reich
ya logró hacer llover y desviar huracanes. Lo conseguía mediante un artefacto
relativamente simple, el cloudbuster o rompenubes, una especie de
cañón múltiple con muchos tubos conectados a una masa de agua, con el que
controlaba y dirigía la capa de orgón que rodea la Tierra. Se trataba de un
procedimiento de acción limitada incapaz de afectar a la ionosfera como HAARP,
aunque podía tener un alcance de 500 millas (alrededor de 1.000 kms). Algunos
de sus seguidores también han logrado resultados positivos con aparatos
similares o bastante modificados, como el de James T. Constable. Reich
comunicó la trascendencia de sus pruebas a los correspondientes organismos
gubernamentales civiles y militares, incluido el presidente Eisenhower,
pero no le hicieron el más mínimo caso y terminó en la cárcel, donde murió en
1956, por desacato al Tribunal Supremo en relación con la circulación
interestatal de sus acumuladores de orgón. Sin embargo, se da la circunstancia
de que en 1958 la Casa Blanca ya contaba con un asesor presidencial para la
modificación del tiempo, el capitán Howard T. Orville, por lo que,
aunque no hubo respuesta oficial, es de suponer que la información de Reich no
cayó en saco roto.
En
los años 80, el físico e ingeniero nuclear Thomas E. Bearden estuvo
trabajando con el grado de coronel para el Departamento de Defensa de EE.UU.
como experto en nuevos armamentos y en el diseño de Juegos de guerra, lo
que le permitía tener acceso a una cuantiosa información clasificada. Sembró la
alarma con la sospecha - para él, convencimiento-, de que la URSS estaba
utilizando técnicas muy sofisticadas para modificar el clima en EE.UU. y
perjudicar su economía agrícola, aparte de otros objetivos psicológicos más
inconfesables. Ese cambio se lograba mediante varios haces de ondas no
hertzianas (escalares) que podían transmitir energías fabulosas a gran
distancia y sin pérdida, que al ser interferidas creaban un foco de calor en un
punto preciso de la estratosfera, con lo que desviaban las corrientes en chorro
y alteraban el clima en amplias regiones. La tecnología se basaba en unos
trabajos de juventud del físico E.T. Wittaker que, pese a haber sido
publicados en 1903 y 1904, pasaron inadvertidos en aquel tiempo, y en
descubrimientos realizados por Nikola Tesla en la misma época, que los
soviéticos, en un gigantesco proyecto de recopilación bibliográfica a partir de
los 50 redescubrieron. Ello se combinaba mediante el efecto llamado Aharonov-Bohm,
descubierto en 1959. Estas ondas se emitían desde unas potentes antenas
direccionales llamadas Howitzer, y uno de sus efectos se registraba en
múltiples bandas (de 3 a 30 MHz), en un sistema que los norteamericanos y los
radioaficionados llamaron WP, Woodpecker (pájaro carpintero), ya que en
los altavoces se captaba un sonido muy parecido Tac, tac, tac de esa
ave. Las emisiones WP se iniciaron en 1976, y en la década que concluye en 1985
el clima de EE.UU. se alteró tan radicalmente, que un riguroso estudio
publicado por la prestigiosa revista Science, demostraba que tal
anomalía sólo se podía producir en un año de cada 1.200. "Casualmente", los
cambios más espectaculares fueron acompañados de una extraordinaria actividad
de las WP en muchas frecuencias simultáneas. Además de sus publicaciones,
Bearden ha preparado un vídeo demostrativo de una hora para divulgar su
sospecha.
Según
parece, estas frecuencias WP perseguirían también otro objetivo aún más
insidioso y delictivo: interferir en los procesos cerebrales humanos. Los estudios
de Bearden, apoyados por una bibliografía exhaustiva (gran parte de ella
soviética desclasificada), aunque no totalmente probatorios, resultan
inquietantes y merecen un profundo análisis sobre todo en lo relativo al
control mental de poblaciones. Coincidiendo con la inquietud de Bearden, hubo
otro personaje que salió con frecuencia en portadas de prensa de la época: Zbigniew
Brzezinski, consejero para la Seguridad Nacional del presidente Carter.
Hace 28 años, cuando era profesor de la Universidad de Columbia, escribió las
siguientes líneas basándose en declaraciones del profesor Gordon J.F.
MacDonald, geofísico de fama internacional, especialista en sistemas
bélicos y también asesor del presidente Nixon: "Los estrategas
políticos están tentados de explotar la investigación sobre el cerebro y la
conducta humana. La utilización de impulsos con exacta sincronía puede conducir
a un modelo de oscilaciones que concentran niveles relativamente altos de
energía sobre ciertas regiones de la Tierra. Así se puede desarrollar un
sistema que puede afectar seriamente a la actividad cerebral de grandes
poblaciones en regiones seleccionadas y durante un prolongado período".
En
otra ocasión, en 1970, Brzezinski predijo que íbamos hacia una sociedad más
controlada y dirigida mediante procedimientos técnicos, por una nueva elite de
poder que haría de las elecciones un mero trámite para dar una impresión de
libertad: "Impedida por las restricciones de los valores tradicionales
liberales, esta elite no dudará en lograr sus fines políticos utilizando las
últimas técnicas modernas para influir en el comportamiento público,
manteniendo a la sociedad bajo una estrecha vigilancia y control. El momento
técnico y científico les proporciona los medios para explotarla".
Citando
un informe de la Fuerzas Aéreas norteamericanas, Brzezinski añadía: "Las
aplicaciones potenciales de los campos electromagnéticos artificiales son muy
amplias y pueden usarse en situaciones militares o casi militares. Algunos de
estos usos potenciales incluyen acuerdos con grupos terroristas, control de
multitudes..."
Efectos devastadores
En
el HAARP, la energía se emite como altas frecuencias, pero las muy bajas
frecuencias, ELF (Extremely Low Frequency), juegan un papel complementario
fundamental. Aun cuando no haya intención de utilizarlo para el control
cerebral de poblaciones, las bajas frecuencias (entre 3 y 30 Hz) reflejadas en
el "espejo" formado por las altas que se quieren utilizar para penetrar hasta
varios kilómetros de profundidad en la corteza terrestre, son capaces de
interactuar con los procesos cerebrales con consecuencias imprevisibles. A ha
sido comprobado en animales salvajes y peces, que se ven obligados a alterar
sus rutas de emigración hacia lugares inadecuados y perecen. Las
desorientaciones sufridas por un animal tan inteligente como el delfín han
costado la vida a miles de ellos.
Bernard
J. Eastlund, el
inventor del sistema básico norteamericano, declaró que estas ondas de radio de
alta frecuencia interaccionan con las partículas con carga eléctrica,
induciendo el fenómeno magnético Cara de Espejo, que empuja hacia arriba
la ionosfera, es decir, levanta la capa donde se reflejan las ondas. La
frecuencia natural de resonancia entre la superficie terrestre y la ionosfera que
nos engloba y condiciona, ya descubierta por Tesla, se estima en 7,83 Hz, lo
que se llama también frecuencia de Schumann, aunque puede ser variable y
esta cifra sería un promedio. Nuestros cuerpos están condicionados por esa
frecuencia, que en cierto modo actúa como un diapasón regulador al que se
sincronizan por resonancia muchos procesos fisiológicos. Si levantamos la
ionosfera, el rebote tardará más y esta frecuencia variará, haciéndose más
lenta. Algunos dirán que es un cambio positivo, ya que los cerebros serán
arrastrados hacia frecuencias Alfa bajas y Theta, más creativas, con una
disminución del ritmo Beta, asociado, entre otras muchas actividades, a la
agresividad; pero no sabemos lo que puede ocurrir, más cuando la Naturaleza
siempre es la sabia.
Pompas
de jabón
Otro
temor de los que critican el programa HAARP es que la ionosfera que se pretende
manipular es un continuum de varias capaz muy delicadas y superpuestas,
como pompas de jabón. Si una de ellas se pincha o toca con un foco de calor,
aunque sea minúsculo, estalla y desaparece, con consecuencias imprevisibles.
Otros, como David Yarrow, consideran que el foco HAARP actúa como un
cuchillo de microondas, ya que al girar la Tierra dentro de una ionosfera fija
y unos cinturones de Van Allen también quietos respecto a ella, abre una
incisión irreparable. Otros comparan la ionosfera a una tela de araña; cuando
en un extremo queda enganchada una presa, la ligerísima vibración alerta a la
araña. Si se toca la tela con el dedo, la araña cree que se trata de una
víctima. HAARP sería como un dedo de microondas que induce señales confusas. El
efecto de estas interferencias con las sinfonías del ARPA geomagnética de Gaia
es desconocido.
Además
de Nick Begich y Jeanne Manning, que le han dedicado un libro de
230 páginas con abundante bibliografía, otros, como Elisabeth Rauscher, física
experta en altas energías, están en esta línea: "Ustedes están bombeando una
tremenda energía en una delicada configuración molecular que contiene múltiples
capas y que llamamos ionosfera. Ella es susceptible de reacciones catalíticas:
si una pequeña parte se altera, puede inducir a un cambio mucha mayor en la
totalidad".
El
movimiento anti- HAARP está más vivo en Alaska, donde se ha instalado esta
monstruosa antena. Una zona cercana al polo magnético desde la que la
manipulación de las auroras boreales puede ser más efectiva. Su coordinador es Clare
Zickuhr. Esperamos que este movimiento, que cuenta con físicos de primera
fila, sirva al menos para hacer reflexionar a algunos científicos implicados en
HAARP sin tener plena información de las consecuencias, y alertar a los estados
que pueden sufrir sus efectos perjudiciales, para que se unan en un frente
capaz de frenar este peligro. El futuro de la humanidad está realmente en
juego. El problema es... que esta tecnología está en manos de multinacionales
apartidas, sólo parcialmente sometidas a un control estatal y manejadas por una
elite carente de escrúpulos, que creen que ellos viven en otro mundo, el mundo
de los beneficios monetarios.
fuente: http://www.proyectopv.org/1-verdad/arpa.htm
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