Teoría intraterrestre
La teoría
Intraterrestre consiste en la creencia en la existencia de civilizaciones subterráneas muy
evolucionadas (los intraterrestres). Esta creencia forma
parte de algunas tradiciones y cultos, y muchos autores han basado sus novelas
o escritos en ella.
Los defensores de la teoría propugnan que al
existir cuevas y sistemas de túneles en todo el planeta, éstas podrían unir
incluso lugares muy distantes bajo el subsuelo, y por ello postulan que no
sería descabellado que en alguna de ellas se dieran condiciones apropiadas para
la vida. Como argumento igualmente indican que la ciencia no admite la
posibilidad de la existencia de este tipo de civilizaciones en el interior de
la Tierra, ya que indicarían que no ha sido aún muy extensa (apenas se ha
perforado el 0,5% de la corteza terrestre).
Los detractores argumentan que los túneles o
cavidades son imposibles en el subsuelo profundo, por las mismas razones
mecánicas que hacen difícil construir submarinos aptos para sumergirse a 3000 ó
4000 metros bajo el mar. La densidad de las rocas es de 2 a 4 veces superior a
la del agua y a sólo 2 km de profundidad la presión ascenderá a 500 o más atmósferas. A esa misma
profundidad, dado el fuerte gradiente geotérmico superficial,
la temperatura sería unos 60°C mayor que en la superficie. A 20 km de
profundidad esos valores habría que multiplicarlos por 10. El subsuelo es
explorado por técnicas semejantes a las empleadas en la ecografía médica y
tales cavidades no existen; lo cual junto a los datos obtenidos de las
perforaciones de la corteza terrestre hacen que la ciencia no apoye la creencia
de la existencia de civilizaciones intraterrestres.
Julio Verne es el autor más representativo
con su novela Viaje al centro de la Tierra.
En este libro se cuentan las aventuras de unos personajes que siguen una ruta
intraterrestre, atravesando desde Islandia a Italia, y encontrándose incluso con
océanos subterráneos y criaturas prehistóricas. A una posible alusión directa,
como anticipación de hechos futuros que intentarían corroborar la Teoría
intraterrestre, se le podría unir la posibilidad de una interpretación
simbólica de la obra, al pretender representar un viaje iniciático,
circunstancia muy habitual en Verne a lo largo de muchas otras novelas.
Pseudoteorías y referencias místicas y culturales
Otro caso conocido es la creencia de los
intraterrestres, presente en el Misticismo Nazi, que se originó a partir de la obsesión de Adolf Hitler. Se dice que Hitler creía en la existencia de
esta sociedad intraterrestre y que debía ponerse en contacto con ella para
forjar una alianza, ya que la consideraba superior, al igual que la raza aria. Algunos dicen que Hitler llegó a realizar cultos y misas negras en el Elbrus
(montaña más alta del Cáucaso) que se suponía una de las puertas
de comunicación con la superficie.
También se dice que los mismos nazis fueron los
creadores de OVNIS, a partir de la supuesta tecnología avanzada
intaterrestre.
Origen en civilizaciones antiguas
También se ha asociado a civilizaciones antiguas con
las supuestas sociedades intraterrestres. Tanto en la cultura oriental como en
las antiguas culturas mesoamericanas (mayas,
incas, aztecas...) se cree que algunos de sus
cultos, ritos y monumentos podrían responder a la creencia en un ser
intraterrestre, que regiría los destinos tanto del subsuelo como de la
superficie: el Rey del Mundo.
El mito de Agharta, al igual que Shambhala proclama, desde los inicios del movimiento teosofista, la existencia de un hipotético Rey del Mundo,
que según las creencias esotéricas, controlaría nuestro planeta desde hace
siglos desde una civilización subterránea avanzada cercana al Himalaya.
También se relaciona con esta hipótesis el mito de
la Cueva de los Tayos y las
supuestas placas de oro que se encontraron en la misma, que los creyentes
indican que habrían sido escritas por una avanzada civilización subterránea, y
que explicarían el origen de la humanidad. Como curiosidad, el astronauta Neil Armstrong realizó una exploración espeleológica de la
misma años después de su aterrizaje en la luna.
Origen en los habitantes de los continentes perdidos
También hay autores que han propuesto que los
habitantes del interior de la Tierra son seres mucho más desarrollados que
nosotros. Éstos se comunicarían con la superficie o incluso con seres de otros
mundos mediante puertas oceánicas (como el Triángulo de las Bermudas)
u otros lugares, como cimas de montañas o lugares de poder. También hay
libros que han propuesto que el origen de estas civilizaciones podría estar en
los supuestos supervivientes de continentes desaparecidos del Atlántico y del Pacífico, como la Atlántida, Lemuria, etcétera.
Origen extraterrestre
Existen también varias pseudoteorías que ponen a
estos seres intraterrestres como seres venidos de otros mundos (extraterrestres) mucho antes de la aparición del ser humano, y
que habrían escogido estos túneles subterráneos como lugares para vivir. Es por
ello que también deberían ser estudiados por la ufología. Ejemplo de ello sería una hipotética ciudad
intra-terrena de origen extraterrestre, llamada Erks, que se dice estaría
situada en el Cerro Uritorco, en la provincia de Córdoba, en Argentina.
Creadores de fenómenos geológicos
Desde comienzos del siglo XXI, algunos grupos creyentes relacionan también con
este tema los diversos testimonios (muchos de ellos emitidos por la televisión)
que hablan sobre supuestas vibraciones provenientes del fondo del mar, entre
las costas levantinas españolas y las Islas Baleares, y que han podido ser escuchadas por diversos
submarinistas e incluso sobre la superficie costera. Sin embargo no existen
pruebas de una relación entre los fenómenos geológicos y la creencia en este
tipo de civilizaciones.
SÓLO UNA FANTASÍA.
La leyenda de la Tierra hueca.
Estimado profesor Velmont: Hace un tiempo leí un artículo que teorizaba sobre la posibilidad de que la Tierra fuese hueca, con un sol central iluminando a una civilización avanzadísima. Además, admitía la posibilidad de que los Ovnis provinieran de allí. El artículo, además, explicaba que, a principios de 1970, la Administración del Servicio de Ciencia del Medio Ambiente (ESSA), perteneciente al Departamento de Comercio de los Estados Unidos, había proporcionado a la prensa unas fotografías del Polo Norte tomadas, el 23 de noviembre de 1968, por el satélite ESSA-7.
Una de las fotografías mostraba el Polo Norte cubierto por la acostumbrada capa de nubes. La otra, que mostraba la misma zona sin nubes, revelaba un inmenso agujero donde hubiera debido estar el Polo. En el número de junio de 1970 de la revista Flying Saucers, el editor y ufólogo Ray Palmer reprodujo las fotos del satélite ESSA-7 junto con un artículo en el que manifestaba que el agujero de la foto era real. Durante mucho tiempo, Ray Palmer y otros ufólogos habían creído que la Tierra es hueca, y que los Ovnis provienen y retornan a una civilización de seres superiores que está oculta en su interior inexplorado. En 1970, gracias al apoyo de una fotografía en que aparecía el enorme agujero del Polo Norte,
Palmer pudo por fin asegurar que la superraza subterránea existía y probablemente se podía llegar hasta ella a través de los agujeros de los polos Norte y Sur. En los números siguientes de Flying Saucers apoyó su teoría resucitando otra antigua controversia sobre la "Tierra hueca": la de las famosas expediciones del vicealmirante Richard E. Byrd a los polos Norte y Sur.
Arthur Z.
RESPUESTA
Apreciado Arthur: Según estudios realizados por geofísicos del Instituto de Tecnología de California (USA) y través de mediciones indirectas en la frontera entre las zonas líquidas y sólidas, se estima la temperatura interior del planeta en 6.300º C y en principio, en el "centro", alcanzaría los 6600º C, mayor que la reinante en la superficie del Sol.
Con estas cifras, admitir la idea sobre la oquedad de la tierra parece bastante disparatado.
¿Pero de dónde ha surgido la idea de la Tierra hueca? Las novelas de aventuras, especialmente las de exploradores que descendían hasta el centro de la Tierra, como la tan conocida de Julio Verne, avivaron la imaginación de muchos investigadores, que llegaron a teorizar sobre una civilización avanzada y a cuyos habitantes llamaron "intraterrestres".
La teoría de la "Tierra hueca" es totalmente falsa. En el centro de la Tierra hay hierro fundido a altísimas temperaturas.
Es decir que en este sentido tienen razón los científicos. Tampoco existe un túnel ni comunicación alguna entre los Polos.
Lo que sí existen son inmensas cavernas cuyas entradas son los Polos y que se extienden algunos kilómetros dentro de la profundidad de la Tierra.
Pero si comparamos la Tierra con una naranja, estas cavernas, proporcionalmente, apenas rasparían la cáscara.
Sí, existen comunidades terrestres y extraterrestres en estos lugares, y sí, también magmas que despiden suficiente luz para iluminar, pero no existe ninguna civilización "intraterrestre" alumbrada por un sol central.
Algunos exploradores tomaron contacto con ellas y las dieron a conocer, pero sus descubrimientos fueron sobredimensionados y sus relatos mal interpretados.
Por lo demás, y esto es de simple sentido común, si la Tierra fuese hueca, el aire en su interior sería tan irrespirable que ninguna civilización podría florecer allí.
En cuanto al enorme agujero que se observa en la foto de las regiones árticas no existe en realidad, habiéndose dado la siguiente explicación, que consideramos aceptable: "La fotografía es un mosaico de imágenes de televisión tomadas por el satélite durante 24 horas, que muestran la Tierra desde diversos ángulos. Las imágenes fueron procesadas por una computadora y unidas de modo que formasen una vista total de la Tierra como si el observador se hallase en un punto directamente encima del Polo. Durante esas 24 horas, todos los puntos en las latitudes ecuatoriales y medias recibieron luz solar durante algún período de tiempo, y aparecen iluminados en la fotografía compuesta. Pero las regiones cercanas al Polo estaban en ese momento sumidas en la oscuridad permanente del invierno ártico. Por ello hay una área no iluminada en el centro de la foto".
LA TIERRA HUECA
A principios de 1970, la Administración del Servicio de Ciencia del
Medio Ambiente (ESSA), perteneciente al Departamento de Comercio de los Estados
Unidos, proporcionó a la prensa unas fotografías del Polo Norte tomadas por el
satélite ESSA-7 el 23 de noviembre de 1968. Una de las fotografías mostraba el
Polo Norte cubierto por la acostumbrada capa de nubes; la otra, que mostraba la
misma zona sin nubes, revelaba un inmenso agujero donde hubiera debido estar el
Polo. El ESSA estaba lejos de sospechar que sus fotos rutinarias de
reconocimiento atmosférico iban a contribuir a despertar una de las controversias
más sensacionales y célebres de la historia de los OVNIS.
En el
número de junio de 1970 de la revista Flying Saucers, el editor y ufólogo Ray
Palmer reprodujo las fotos del satélite ESSA-7 junto con un artículo en el que
manifestaba que el agujero de la foto
era real.
Durante
mucho tiempo, Ray Palmer y otros ufólogos habían creído que la Tierra es hueca,
y que los OVNIS provienen y retornan a una civilización de seres superiores que
está oculta en su interior inexplorado. En 1970, gracias al apoyo de una
fotografía en que aparecía el enorme agujero del Polo Norte, Palmer pudo por
fin asegurar que la super-raza subterránea existía y probablemente se podía
llegar hasta ella a través de los
agujeros de los polos Norte y Sur.
En los
números siguientes de Flying Saucers apoyó su teoría resucitando otra antigua
controversia sobre la "Tierra
hueca": la de las famosas expediciones del vicealmirante Richard E. Byrd a los polos Norte y
Sur.
El
primer testigo
El vicealmirante Richard E. Byrd
de la US Navy fue un distinguido aviador pionero y explorador polar que
sobrevoló el Polo Norte el 9 de mayo de 1926 y dirigió numerosas expediciones a
la Antártida, incluyendo un vuelo sobre el Polo Sur el 29 de noviembre de 1929.
Entre 1946 y 1947, llevó a cabo la operación a gran escala llamada "High
Jump" (Salto Alto), durante la cual descubrió y cartografió 1.390.000 km2
de territorio antártico.
Las
famosas expediciones de Byrd entraron por vez primera en la controversia de la Tierra hueca cuando varios artículos y
libros -especialmente Worlds beyond the Poles (Mundos más allá de los Polos),
de Amadeo Giannini- pretendieron que Byrd había en realidad volado no por
encima del Polo, sino hacia dentro de los grandes agujeros que llevan al
interior de la Tierra. Ray Palmer, basándose principalmente en el libro de
Giannini, introdujo esta teoría en el número de diciembre de 1959 de su revista
y, a raíz de ello, mantuvo una voluminosa correspondencia al respecto.
Según
Giannini y Palmer, el vicealmirante Byrd anunció en febrero de 1947, antes de
un supuesto viaje de 2.750 km. a través del Polo Norte: "Me gustaría
ver la tierra más allá del Polo. Esa área más allá del Polo es el centro del
Gran Enigma." Giannini y Palmer decían también que, durante su
supuesto vuelo sobre el Polo Norte en 1947, el vicealmirante Byrd comunicó por
radio que veía debajo de él, no nieve,
sino áreas de tierra con montañas, bosques, vegetación, lagos y ríos y, entre
la maleza, un extraño animal que parecía un mamut. También, siempre
según Giannini y Palmer, en enero de 1956, después de dirigir otra expedición a
la Antártida, el vicealmirante Byrd había manifestado que su expedición había
explorado 3.700 km. más allá del Polo Sur y, además, justo antes de su muerte, Byrd había dicho de la tierra más allá
del Polo que era "un continente encantado en el cielo, tierra de
misterio permanente". Esa tierra, según otras teorías, era la
legendaria Ciudad del Arco Iris,
cuna de una fabulosa civilización perdida.
Para
Giannini y Palmer, los comentarios atribuidos al vicealmirante Byrd no hacían
más que confirmar lo que ellos habían sospechado siempre: que la Tierra tiene
una forma "extraña" en
los Polos, algo parecido a un "donut", con una depresión que, o bien
se hunde muchos kilómetros en las entrañas de la Tierra, o forma un agujero
gigante que pasa a través del eje de la Tierra, de un polo a otro.
Dado que,
por razones geográficas, es imposible volar 2.750 km. Más allá del Polo Norte o
3.700 km. Más allá del Polo Sur sin ver agua, es lógico pensar que el
vicealmirante Byrd debe haber volado hacia dentro de las enormes cavidades
convexas de los polos, dentro del Gran Enigma del interior de la Tierra y que,
si hubiera seguido adelante, habría llegado a la base secreta de los OVNIS que pertenecen a la super-raza
oculta, quizás la legendaria Ciudad del Arco Iris que Byrd habría visto
reflejada en el cielo.
La
posibilidad de que la Tierra sea hueca, de que se pueda entrar en ella a través
de los polos Norte y Sur, y de que civilizaciones secretas florezcan en su
interior, ha espoleado las imaginaciones desde tiempo inmemorial. Así, el héroe
babilonio Gilgamesh visitó a su antepasado Utnapishtim en las entrañas de la
Tierra; en la mitología griega, Orfeo trata de rescatar a Eurídice del infierno
subterráneo; se decía que los faraones de Egipto se comunicaban con el mundo
inferior, al cual accedían a través de túneles
secretos ocultos en las pirámides; y los budistas creían (y creen
todavía) que millones de personas viven en Agharta, un paraíso subterráneo
gobernado por el rey del mundo.
El mundo científico no fue inmune a esta teoría: Leonard Euler, un genio
matemático del siglo XVIII dedujo que la Tierra era hueca, que contenía un sol
central y que estaba habitada; y el doctor Edmund Halley, descubridor del cometa Halley y astrónomo real de
Inglaterra en el siglo XVIII también creía que la Tierra era hueca y albergaba
en su interior tres plantas. Ninguna de estas teorías estaba sustentada
científicamente, pero alternaban con varias obras de ficción sobre el mismo
tema, las más importantes de las cuales eran Las Aventuras de Arthur Gordon
Pym, de Edgar Allan Poe (1833), en la cual el héroe y su compañero tienen un
terrorífico encuentro con seres del interior de la Tierra; y el Viaje al centro
de la Tierra de Julio Verne (1864), en la cual un profesor aventurero, su sobrino
y un guía penetran en el interior de la Tierra a través de un volcán extinguido
en Islandia, y encuentran nuevos cielos, mares y reptiles gigantescos y
prehistóricos que pululan en los bosques.
La
creencia en una Tierra hueca estaba tan extendida que incluso Edgar Rice
Burroughs, el célebre autor de Tarzán, se sintió obligado a escribir Tarzán en
las entrañas de la Tierra (1929), en el que el famoso hijo de la selva va a
Pellucidar, un mundo que se encuentra en la superficie interior de la Tierra y
que está alumbrado por un sol central. La sombra más allá del tiempo (1936) de
H.P. Lovecraft transportó el tema a la época actual describiendo una raza
antigua y subterránea que dominó la Tierra hace 150 millones de años y que,
desde entonces, en el refugio de la Tierra interior, ha inventado aviones y
vehículos atómicos, y domina el viaje en el tiempo y la percepción
extrasensorial.
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Estas y
otras obras de ficción mantuvieron vivo el interés por la posibilidad de que la
Tierra fuera hueca y de que escondiera otras civilizaciones. Así, cuando se
avistaron los primeros 0VNIS en Estados Unidos en 1947 y la "ufomanía" azotó el país
primero y el mundo después, surgieron dos teorías para explicarlos. Los OVNIS
debían ser o bien naves extraterrestres de alguna galaxia lejana, o pertenecían
a seres avanzadísimos que habitaban en
el interior de la Tierra. Estas teorías llevaron a recuperar las
leyendas de las civilizaciones "perdidas"
de la Atlántida y de Thule, en la creencia de que esta última se hallaba en el
Ártico (no se debe confundir con Dundas, antes Thule, el enclave esquimal en
Groenlandia, que es hoy una base aérea de los Estados Unidos y centro de
comunicaciones). No obstante, se creía también que otra posible fuente de
procedencia de los 0VNIS se hablaba en la Antártida. Esta teoría surgió a raíz
de la publicación del convincente libro de John G. Fuller, El viaje
interrumpido (1966), en el que el autor relata la historia de Betty y Barney Hill, un matrimonio
americano que, durante un tratamiento psiquiátrico debido a un inexplicable
periodo de amnesia, recordó bajo hipnósis que habían sido raptados por
extraterrestres, examinados en el interior de un platillo volador e informados
de que los extraterrestres tenían bases en toda la Tierra, algunas en el fondo
del mar y al menos una en la Antártida.
De este
modo, cuando Ray Palmer publicó su controvertida teoría en 1970, los ufólogos y
creyentes en la Tierra hueca quedaron a la expectativa. ¿Se trataba de las
pruebas concluyentes?
Pero los
argumentos que Palmer aducía se revelaron extremadamente endebles. Todas las
investigaciones llevadas a cabo desde entonces no han logrado confirmar ninguna de las afirmaciones atribuidas
por Giannini y Palmer al vicealmirante Byrd; ni siquiera se ha confirmado su
vuelo sobre el Polo Norte en febrero de 1947 (lo cierto es que Byrd sobrevoló
el Polo Sur en esa fecha, en el transcurso de la operación High Jump). Incluso
suponiendo que Byrd hiciera dichos comentarios, es más lógico creer que "la tierra más allá del Polo"
y el "Gran Enigma" son
formas de aludir a las regiones aún inexploradas, más que a continentes
escondidos en el interior de la Tierra, y que el "continente encantado en el cielo" era únicamente una
descripción de un fenómeno corriente en las latitudes antárticas: una especie
de espejismo que trae el reflejo de tierras lejanas.
A pesar
de que se ha demostrado la inexactitud del pretendido viaje de Byrd al Polo
Norte, hay algunas personas que afirman haber visto un noticiario sobre dicha
expedición al Polo Norte, en el que se veían "sus montañas, árboles, ríos y un gran animal identificado como un
mamut". Una mujer escribió a Ray Palmer acerca de este noticiario,
asegurando que lo había visto en White Plains, New York, en 1929. Sin embargo,
este documental no está registrado en ningún archivo. ¿Se trata quizá de una artimaña del Gobierno de los Estados Unidos?
¿O quizá esa película no existió nunca? Es curioso cómo algunas personas creen
"recordar" de buena fe una película que con casi total certeza nunca
ha existido -al parecer, muchos de nuestros primeros recuerdos son
"inventados", y proceden de cosas que nos han contado luego o que
hemos imaginado.
Según Byrd, y de acuerdo con su diario:
"Hemos sobrevolado en total unos 25.900 km2 de la Tierra más allá del Polo.
Como era de esperar, aunque resulta decepcionante decirlo, no se observaba
ninguna característica importante más allá del Polo. Sólo el inmenso desierto
blanco que cubría el horizonte." Asimismo, la leyenda sobre la Ciudad
del Arco Iris puede derivar de una mala interpretación de las palabras de Byrd:
Podía haberse llamado la Avenida de los Arco Iris Helados. A
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